miércoles, 8 de febrero de 2012

A la Virgen de los Desamparados

¡Qué Bella, qué dulce eres, María!

Eres mi Madre del Cielo, mi Madre Principal a la que amo y quiero con todo mi Amor, con todo mi Corazón.
La Virgen se encuentra con su Hijo en su Pasión, qué siente en su Corazón de Madre que una espada de dolor le atraviesa el Corazón.
Vas acompañando a tu Hijo en su tercera Caída, en su subida al Calvario para que todos nosotros nos amásemos como hermanos.

¡Qué pena, qué amargura tiene en su Alma dolorida!

Madre de los Desamparados, quiero enjugar tus lágrimas y consolarte en tu dolor.
No llorés más, Madre mía, que estoy aconpañándote y también al Señor.

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